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(...)

- Se que te debo muchas explicaciones. Sé todo lo que has sufrido, y aun así seguro que no me imagino ni la mitad. Y si, aunque te sorprendas de ello, te echo de menos. Pero aun así, no puedo decirte que lo siento, porque mentiría al decirlo. Te quiero, y eso es algo que nunca cambiará. Y si, es cierto, me acosté con otra, ¿dejo por ello de quererte?

La estaba dejando anonadada, es la no era la explicación que ella esperaba que le diese, ¿qué la quería? Aquello sí que resultaba nuevo.

- ¿Me quieres? ¿Y por qué he de creer eso? Tal vez sea otra de tus mentiras para que vuelva como una idiota a tus brazos. Pues, ¿sabes qué? Siento decirte que esta vez no, estaba vez no va a funcionar. Las cosas han cambiado, puede que no haya pasado mucho tiempo pero todo lo que ocurrió me ha hecho abrir los ojos, abrir los ojos para darme cuenta de que eres un mentiroso. Desde que has entrado aquí solo me he creído una cosa: que no puedes decirme lo siento. Porque sé que es cierto, que no lo sientes, que todo lo que hiciste fue deliberado. Con tu secretaria... ¡que tópico!