Se levantó de su lado, apartando su brazo con cuidado, y fue a la cocina, intentando no hacer ruido. Cerró la puerta, rezando para que no hiciera ese chirrido molesto que a veces hace. Una vez dentro se sentó en el suelo, estaba muy frío pero siempre le había gustado esa sensación. Con cuidado dobló las rodillas y las agarró con las manos. Allí, en el silencio de la cocina y sobre las frías baldosas, empezó a llorar. Al principio las lágrimas resbalaban con delicadeza por su cara, fundiéndose finalmente con su saliva en la comisura de los labios. Pero tras unos minutos no se pudo contener y el sollozo se hizo cada vez más intenso. ¿Por qué siempre hacía esas cosas? Ahora que al fin lo había olvidado, tenía que volver a tropezar con la misma piedra. Parecía que se había puesto una única meta en la vida: no ser feliz. Cuando parecía que la felicidad llamaba tímidamente a su puerta, volvía a meter la pata hasta el fondo, como si no se mereciese disfrutar de la vida o tuviese miedo.
Y es que, de todos los chicos que había en el mundo, incluso aquella noche en la discoteca, ¿por qué tenía que haberse puesto a hablar con ÉL de nuevo? Y ahora, en esos momentos, lo único que podía hacer era recordar cómo estuvo cuando todo se había acabado. Los meses que se pasó encerrada en su habitación sin poder hacer otra cosa que llorar, la insistencia de sus amigas en que saliera de casa, se airease, conociese gente nueva, fuese feliz. Y lo había conseguido, de verdad que había vuelto a ser feliz.
Escuchó un ruido delante de ella. No quiso levantar la cabeza, no quería que le viese en ese estado. De repente, él se agachó a su lado y le levantó la cabeza. Con cuidado, le secó las lágrimas de la cara y le sonrió. Solo dijo cinco palabras, solo cinco, pero no hicieron falta más. “Todo va a salir bien”. Y la besó, y ella supo en ese mismo instante que tenía razón, que tal vez por una vez, las cosas fuesen bien. Y fuese feliz, de verdad de la buena.
gracias Chloe Nights por el premio :)
7 comentarios:
Dar segundas oportunidades es arriesgado, pero no aprovecharlas es aun peor.
Muy bonito texto.
Un beso :)
Yo siempre he tenido mucho miedo a las segundas oportunidades. Creo que ese enorme fallo que acabó con el amor una vez, se puede intentar evitar durante un tiempo, pero al final, volverá. Aunque yo soy una persona profundamente negativa, claro. Lo cierto es que por otro lado, también digo siempre que todo el mundo merece como mínimo dos oportunidades... Sí, me contradigo a mí misma en mi filosofía, soy un desastre :|
Genial la entrada, me has hecho sentir escalofríos a pesar de estar a 20° ;)
Y gracias por comentar, adoro lo que me dices siempre, son pequeños ánimos de una persona anónima que me refuerzan, aunque sólo sea un poquito.
¡Un beso!
aaainss..peroo qee bonittaa...dioos mio...preciosaa....me qdee sin palabras! me gsuto muxiisiimo!
tee veo x mi blog!
un ebsiito!muuuaaCk!
Que gran cuentista eres, felicidades.... hay mucho que aprender de ti.
Como atrapas en los relatos es una maravilla, simple y poderosa.
Me acaban de recorrer escalofríos por los brazos al leer esta entrada.. y es que muchas veces, por mucho que nos empeñemos en convencernos de que algo del pasado está olvidado, basta una pequeña chispa para que prendan de nuevo todos esos sentimientos guardados en un cajón bajo llave..
Por experiencias propias, ahora pienso que las segundas partes nunca fueron buenas. pero bueno, también me gusta pensar que en algunas historias pasa al contrario.
Me ha gustado. Leeré las demás.
Un beso.
Publicar un comentario