NADIE HA DICHO QUE LA REALIDAD SEA BONITA, O QUE NOS VAYA A GUSTAR. PERO ES LA REALIDAD Y ES LO QUE NOS TOCA VIVIR.
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domingo, 24 de enero de 2010

Les Americans




Ahí viene otra vez. Ya verás, me dará un beso para hacerme creer que todo sigue bien pero, en cuanto se dé la vuelta, empezará a bailar con la primera que tenga como mínimo 20 años menos. Y se va, claro que se va. Ya nada quiere conmigo. Dejó de quererlo cuando me empezaron a salir las primeras arrugas. Ahora, ya ni me mira. No me da un beso de buenos días por la mañana, no hablamos, ni un simple “¿qué tal el día, cariño?”. Las cosas han cambiado tanto… Ahora prefiere esas jovencitas, esas chicas que podrían ser sus hijas, pero que le hacen sentir de nuevo en su juventud.
Y pensar en todo lo que habíamos pasado… Nunca olvidaré el día en que lo conocí. Corría el año 1969. Con 21 años recién cumplidos, me creía dueña de mi vida, capaz de comerme el mundo sin que nadie me detuviese. Eran tiempos de cambio, de luchar por tus ideales, de manifestarse por todo aquello que no te gustaba. Y así era yo. Cursaba tercero de letras y en todas las manifestaciones ahí estaba yo, delante de todo el mundo. Era de las que corría por las facultades tirando panfletos para que la policía no nos detuviese. De las reuniones ilegales en algún piso horrible de estudiantes. Y así fue como lo conocí. El era como yo. Inconformista, harto de los que mandaban sobre nosotros, con ganas de cambiar el mundo.
Nos habían dicho que iba a unirse a nosotros un chico nuevo. Su nombre, Alsina. Como todos, tenía un nombre en clave, ninguno sabíamos nuestro nombre verdadero. El mío era Ibera. No me había preocupado mucho más por él, que viniese alguien nuevo era bueno, ya que nunca venía de más ayuda. Pero más allá de eso, ni había pensado en él. Hasta el día que entró por la puerta. Casi en penumbra y con el humo de los cigarros no pude verlo bien hasta que se acercó a la mesa alrededor de la cual estábamos todos sentados. Y me dejó sin aliento. Si me lo hubiese encontrado por la calle, habría pensado que se trataba de algún actor extranjero. Moreno, con unos increíbles ojazos azules y una sonrisa… ¡que sonrisa! Tardé días en borrar su imagen de mi cabeza.
Las semanas fueron pasando y, a pesar de que nuestra labor allí era simplemente “profesional”, por llamarla de alguna manera, no podía evitar prestarle más atención a el que al resto y lo mismo parecía pasarle a él. No olvidaré el primer día que tuvimos que ir a repartir panfletos a la facultad de medicina. Cuando la policía empezó a perseguirnos, me agarró de la mano para correr con él, y sentí un cosquilleo subiéndome por todo el brazo. O el día que nos encontramos, rompiendo todas las normas posibles, y me susurró su verdadero nombre al oído
Poco a poco fuimos creciendo, acabamos la carrera, encontramos trabajo, dejamos las reuniones ilegales… Y llego el 5 de septiembre de 1975, el día más feliz de mi vida. Nuestra boda. Aquello todavía nos seguía pareciendo un cuento de hadas, y lo siguió siendo los siguientes años. Pero poco a poco, la pasión empezó a enfriarse, empezamos a hacernos mayores, nuestro amor se convirtió en rutina.
Y así, llegamos a hoy. Al día de la boda de nuestra hija, su propio cuento de hadas. Y es increíble la envidia que le tengo, hace tanto tiempo que mi cuento de hadas llego a su fin…

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