Sorpresa

Hacía años que las navidades no tenian nada de maravilloso para ella. Quizás todo venía de aquel año en el que decubrió que los cuentos de hadas no existen y que Papa Noel, ese gordinflón tan agradable, tampoco. Ya no se despertaba la mañana del 25 de diciembre con esa enorme sonrisa en la boca y los ojos brillantes deseando ver qué se encontraría debajo del arbol, sin plantearse ni siquiera cómo era posible que Papa Noel entrase si no tenían chimenea. Ahora todo era distinto. Y ese año no iba a ser mejor, lo presentía. Pero por una vez en su vida se equivocó. Lo último que se esperaba aquella fría y nevada mañana de diciembre cuando entró en el salón frotandose todavia los ojos medio cerrados, era aquello. Su sorpresa fue tan grande que tuvo que pellizcarse para asegurarse, tras notar lo mucho que le había dolido, que no seguía dormida.
- Feliz navidad, cariño - le dijo su madre desde el otro lado del salón. Pero ni miró para ella. Era incapaz de apartar los ojos de la persona que se encontraba delante del arbol de Navidad. Esa persona que al oir a su madre se dio media vuelta, sonriendole tambien.
- ¿Que pasa? ¿No vas a venir a darle un beso a tu padre, Princesa? - ella no pudo más y rompió a llorar mientras corría a hundirse en los brazos siempre calidos de su padre, de papá, después de 8 años sin poder verlo. Después de aquel fatidico 11 de septiembre del 2001, 8 años de miedo antes las noticias de la televisión, ante cada llamada que podía ser una noticia todavía peor. Después de 8 años en la guerra de Irak. PAPÁ. ¿Por qué había dejado de creer en la magía si parecía que todavía existía?